ENFERMERAS SIN TECHO DE CRISTAL

 Marilyn Loden, la inventora de la expresión “techo de cristal”

Seguramente hayas escuchado hablar de la expresión “techo de cristal” y puede incluso que pienses que se trata de una moda feminista para reivindicar la igualdad de género. No es así; no es un término novedoso y ya han pasado más de cuarenta años desde el nacimiento de esta expresión metafórica. 
Como no, mujer tenía que ser la que en 1978 acuñara el término “techo de cristal”. Su nombre Marilyn Loden. Sucedió durante una mesa redonda en la que se debatía sobre las aspiraciones de las mujeres en la Women´s Action Alliance Conference de Nueva York.  Esta consultora laboral estadounidense argumentó la dificultad de las mujeres para ascender en sus carreras más allá de los primeros peldaños de gerencia media. Para ello describió lo que hoy conocemos como "techo invisible de cristal". Marilyn, proponía barreras contra las que chocaban las mujeres al intentar progresar en su carrera profesional que eran culturales y no personales.
Por aquel entonces habría sido difícil imaginar que hoy, más de cuatro décadas después y en pleno siglo XXI, este término continuaría siendo protagonista al hablar de la limitación de oportunidades profesionales de las mujeres. Resulta inquietante haber avanzado tan poco, y es que siguen sin existir cifras que avalen la equidad de género en cargos de responsabilidad. Hecho claramente evidenciable en el caso de las enfermeras.




¿Se ha roto el “techo de cristal” en la profesión enfermera? 


Alguna grieta puede haber claro, pero por desgracia la respuesta es negativa. Escasea nuestra presencia en ámbitos de dirección y responsabilidad. Me atrevería a decir incluso que las enfermeras somos invisibles y que raramente ocupamos puestos de relevancia en la gestión del sector sanitario público o privado, empresarial o político. Y no es que precisamente no contemos con méritos para ello; tenemos una cualificación profesional que nos habilita en competencias para la administración, gestión y toma de decisiones relacionadas con la salud. 


¿Cómo puede ser que las enfermeras españolas sigamos teniendo categoría profesional A2? 


Hasta la fecha, la historia de las enfermeras es la historia de la resiliencia y la superación. Desde el año 2008, los estudios de enfermería en España constituyen un Grado Universitario de 240 créditos, y tienen acceso directo a estudios de postgrado que incluyen máster y doctorado. Un gran avance para una profesión que durante mucho tiempo estuvo bloqueada por un “techo de cristal” que interrumpía el ascenso por la escala académica a los diplomados en enfermería. En aquel entonces, reivindicamos y manifestamos sin éxito nuestro sueño de acceder a los programas de doctorado y conseguir así mayor formación e investigación en el área de conocimiento que nos es propia. No nos escucharon y tuvimos que esperar pacientemente, hasta que años más tarde la solución llegara desde Europa con la implantación en las universidades españolas del Plan Bolonia. 


Con Bolonia, por fin nuestra profesión podría crecer sin rodeos ni límites académicos. Una expansión que no se ha visto reflejada ni reconocida en todos sus ámbitos. Han pasado más de 10 años desde que se extinguió la antigua Diplomatura en Enfermería, pero los profesionales de enfermería españoles siguen ocupando la categoría funcional A2, equivalente a diplomatura, en lugar de la de A1, que equivale a grado.

Injusto, ¿verdad?

Parece una broma. Las enfermeras que nos cuidan poseen una titulación universitaria superior. Muchas tienen una especialidad obtenida vía EIR y expedida por el propio Ministerio de Sanidad, pero en ocasiones tampoco es reconocida su categoría profesional de especialista (esto da para otro post). Las hay también con un master o dos, e incluso con estudios de doctorado y reconocimiento de suficiencia investigadora por organismos oficiales de calidad. Pero si miramos sus contratos laborales, encontramos que su categoría profesional y el grado de cotización no se corresponden con el nivel de cualificación profesional. Incomprensible. Para más inri, tienen vetado el acceso a puestos de dirección y gestión y no pueden tener voz en la toma de muchas decisiones importantes que afectan a los cuidados de salud. Y es que en la mayoría de comunidades autónomas los puestos ocupados por directivos están reservados únicamente para profesionales pertenecientes a la categoría A1. Una categoría en la que parece no haber cabida para las enfermeras.



¿Cuántas enfermeras ocupan cargos de responsabilidad y toma de decisión activa en España? 


Contamos con representantes como Rosamaría Alberdi, que incluso han recibido la máxima distinción universitaria reconocida: Doctorado Honoris Causa. Sin embargo, seguimos discriminadas y no reconocidas lo suficiente por parte de las Administraciones. 
Diferentes organismos y colegios profesionales han señalado la escasez de puestos directivos y de gerencia ocupados por las enfermeras. Es el caso del Colegio oficial de Enfermeras y Enfermeros de Tarragona que en 2018 denunció en un comunicado a los medios que, pese a que la enfermería supone el colectivo mayoritario de la profesión sanitaria, apenas un 3 por ciento de las enfermeras ocupan cargos de dirección. Inadmisible.


Una profesión mayoritariamente femenina… ¿será el motivo por el que cuesta tanto romper el “techo de cristal”? 


Todo influye desde luego; los estereotipos de género existen y enfermería es además una profesión altamente feminizada. Según nota de prensa del Instituto Nacional de Estadística (INE) emitida en el mes de junio de 2021, la función sanitaria tiene una presencia mayoritariamente femenina. Concretamente, dentro de los profesionales sanitarios colegiados en España en 2020, el colectivo mayoritario es el de enfermeras (35,96% del total). Existe un total de 325.018 profesionales de enfermería colegiados en España, de los cuales el 84,1% son mujeres. 


¿Hasta cuándo?


La riqueza de los sistemas sanitarios radica entre otras cosas en la multidisciplinaridad de sus equipos. Las enfermeras poseen un área propia de conocimientos con plena autonomía técnica y científica (Ley de Ordenación de Profesiones Sanitarias 44/2003) y no se entiende la toma de decisiones de aspectos vinculados a la salud de la población sin escuchar lo que tienen que decir al respecto.
Altamente cualificadas, competentes y sin perder ni un ápice de la valentía y capacidad de entrega que le valió a Banksy para homenajearlas con su obra Game Changer. Incansables, han luchado y luchan en primera línea de batalla frente a esta pandemia. Trabajan a diario con desgaste físico y mental hasta la extenuación. Su presencia siempre está. Nunca dejan de cuidarnos, aunque tengan para ello que arriesgar su salud o la de sus familias. Y por si esto fuera poco, lideran cada día las maratonianas campañas de vacunación que nos acercan cada vez más al final de esta pesadilla. 

¿Qué les queda por hacer para demostrar que no merecen seguir teniendo un techo de cristal?




Y tú, ¿has notado alguna vez que te chocabas con el “techo de cristal”?
¿Has pensado en alguna iniciativa para romperlo y conseguir el reconocimiento que merece nuestra profesión? 
Cuéntanos, juntos somos invencibles…



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